Monday, February 26, 2007

fragmento de "Viaje al Mekong"

Este finde he tenido sesión doble de conocimiento de la realidad histórica. Todos hemos oído hablar de la barbarie Nazi, nosecuantos judíos exterminados, pero eso no es nada comparado con las barbaries que se han producido en otros sitios durante los últimos 50 años. La cosa cambia mucho según el color de la piel de los muertos.

Primero fui a ver "el último rey de escocia", peli sobre el régimen del general Amin en Uganda que recomiendo pero tampoco muy encarecidamente (es como un thriller de acción pero que ocurrió de más o menos de verdad) y hoy he leído un fragmento que me ha dejado helado sobre el régimen de Pol Pot en Camboya.

Estoy leyendo un libro de Javier Nart (ex-corresponsal de guerra y viajero incurable) sobre un viaje por el río Mekong que atraviesa la península indochina (Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam; gracias Pili). La descripción que hace del régimen del tal Pol Pot me ha recordado muchísimo al implantado en mi libro favorito: (1984 de George Orwell) de modo que voy a copiarla tal cual. Igual me salto algún fragmento pero inevitablemente a muchos os parecerá un rollo así que si no estais interesados en el tema, pasad directamente a las conclusiones finales (si llego a escribirlas, que transcribir todo el fragmento me costará un rato)

"Para comprender la Camboya de hoy es necesario conocer la espeluznante tragedia que se abatió sobre el pueblo camboyano cuando el 17 de abril de 1975 la guerrilla comunista de Pol Pot entró victoriosa en Phnom Penh, en aplicación directa e implacable del pensamiento de su venerado ideólogo Mao Tse Tung: el poder surge de la boca del cañón.

Jamás he terminado de asimilar que las recetas de la revolución social coincidan tan estrictamente entre la izquierda marxista y la derecha radical fascista: la fuerza como la última-única ratio.

(...)

La filosofía, si así puede llamarse a la basura criminal del mensaje pol-potiano era elemental: Camboya era en esencia un país de campesinos. Las raíces y esencias de sus glorias pretéritas se fundamentaban en su autosuficiencia, en la capacidad de generar y vivir de su propia riqueza. Así habían nacido y prosperado las grandes civilizaciones que en el pasado otorgaron al pueblo khmer la hegemonía en la península indochina. La colonización (...) había corrompido cultural y racialmente las virtudes intrínsecasde la noble especie.(...)

La conclusión para Saloth Sar (verdadero nombre de Pol Pot) y su grupo de alucinados era evidente: el renacimiento del alma camboyana únicamente podía pasar por un desarrollo autónomo, propio y autosuficiente que depurara las nefastas influencias extranjeras.

Influencias que radicaban en las capitales, (...)parásitos consumidores de los esfuerzos de los campesinos, únicos creadores de la riqueza nacional y depositarios residuales de las virtudes eternas de la patria.

Así se entiende el brutal vaciado de las ciudades (...)

Los campesinos analfabetos, primarios, se convirtieron en los dueños y señores de vidas y haciendas de quienes habían sido hasta ese momento sus dominadores: las élites ciudadanas.

Y llevando este discurso hasta sus últimas consecuencias, los jóvenes, se configuraron en el motor esencial del cambio nacional al ser ellos los menos afectados por la caduca civilización que ya había contaminado a sus propios padres.

El trastocamiento de valores fue radical: adolescentes, niños, analfabetos e incultos constituyeron la vanguardia dura, el nucleo de ejecución de la megalomanía pol-potiana. Los mayores, incluso sus padres, les eran subordinados. (...)

Conocidos estos datos de base se hace perfectamente comprensible, inevitable incluso, el aparente absurdo (no digamos ya genocidio) que significó la muerte en sólo cuatro años de casi dos millones de camboyanos (sobre una población de seis)

Durante cuarenta y cuatro meses el terror, la muerte formó parte de la vida habitual en la Camboya "revolucionaria" del "hermano número uno", Pol Pot.

Un sistema demencial en el que el secretismo, el afán conspiratorio fue referente continuado.

Se tardó más de un año en conocer su primera imagen, el rostro de Pol Pot. El propio Partido Comunista de Kampuchea (PCK) no tenía tal nombre sino el genérico y abstruso de Angkar (la organización)

La vida social, la vida familiar se aniquiló.

Todos, todo, pertenecía al Angkar que, a modo de implacable y absoluto "gran hermano" orwelliano, vigilaba, conocía, decidía. Asesinaba.

Se vivía y se trabajaba no en comunidad sino en régimen de campo de concentración bajo la autoridad absoluta, impune, de criaturas de doce, trece años con poder y decisión sobre la vida y la muerte.

Anecdótica pero significativamente, uno de los primeros actos de los guerrilleros victoriosos fue romper la cacerola en que se cocinaba en cada hogar. Definitiva y lógica medida que obligaba a acudir al comedor común. Destrucción eficaz de la vida familiar.

Los niños eran arrancados de los padres y las esposas separadas de los maridos. Los matrimonios, las uniones mejor dicho, se organizaban en régimen estabular cuyo único fin era el reproductivo. Las parejas no se conocían entre sí y cohabitaban los pocos días que se entendían eran suficientes para que la mujer quedara preñada. Como el ganado.

El Angkar controlaba incluso en cada comunidad los días de menstruación de las mujeres jóvenes que eran fecundadas quisieran o no en los periodos fértiles.

El crecimiento demográfico se consideró como necesidad estratégica (...)

La religión se aplastó, la lectura se prohibió y cualquier asomo de intelectualidad se persiguió eficaz e implacablemente. Llevar gafas podía significar la muerte. Prueba inequívoca de haber leído, de hallarse contaminado por pensamientos espúrios, ajenos a la verdad única revelada a y por el "Hermano Número Uno".

Un manto de muerte y terror cayó sobre el país. La muerte confirmó el paisaje: 2 millones de camboyanos murieron como consecuencia de las torturas, de las ejecuciones sumarias, del capricho de adolescentes que alegraban su aburrimiento con sangre impune, del éxodo de millones de seres empujados, arrancados de sus hogares en las ciudades y dirigidos a comunas rurales sin asistencia de ninguna clase.

(...)

Y en conclusión, entre Adolfo Hitler, Stalin o Lenin, Mao Tse Tung y Pol Pot no hay otra diferencia que la cantidad y calidad de sufrimiento y muerte que fueron capaces de producir.

(...)

Fascistas-comunistas o comunistas-fascistas, tanto da, aunque para ciertos izquierdistas de salón resulte más gratificante o disculpable la muerte (ajena, naturalmente), explotado hasta el tuétano o torturado hasta el último dolor bajo el régimen comunista que bajo la cruz gamada hitleriana. Ya se sabe que unos cometen errores y excesos de buena fe (los comunistas) y otros (los fascistas) crímenes imperdonables.

Sería interesante, más alla de las conversaciones ilustradas, preguntarselo a los muertos.

No hay nada más ecuménico e igualitario que un tiro en la nuca."




Escrito esto, no me apetece inferir conclusiones. Solo un par de ideas sobre las que pensar:
  1. En nuestras sociedades, probablemente debido al franquismo en españa y al nazismo en el resto de europa, esta como mal vista la derecha y bien vista la izquierda. ¿Hay otras partes del mundo donde es al revés?
  2. Las clases sociales son algo inherente a la condición humana. Incluso donde no existe el dinero hay clases. Unos que viven con más lujos que otros. ¿Serán las clases algo necesario para que una sociedad funcione?¿Es una utopía lo de que todos somos iguales?

Friday, February 02, 2007

Gamberrada

Ya he hablado varias veces (aquí, aquí y aquí) de la cultura del terror que, segun mi punto de vista, invade varios países (USA, Brasil, Perú,...)

Pues bien, ayer hubo una muestra más de todo esto: unos graciosos se dedicaron a poner monigotes luminosos por toda la ciudad de Boston (una especie de campaña publicitaria ilegal) y en cuanto las autoridades se dieron cuenta dieron la voz de alarma. Parafraseando al yonkis "los telediarios de toda america dieron la voz de alarma ante un posible ataque terrorista". Mandaron a los artificieros a "desactivar las bombas" y todo el patín. Al final han metido en la carcel al artista responsable... por colgar muñequitos luminosos...

Cierta persona me ha propuesto emular algo parecido mandando desde algún país raro, 30 o 40 sobres con harina a distintas ciudades americanas. Seguro que se arma la gorda!!!